Los niños que se muerden las uñas y se chupan el pulgar – hábitos que, con frecuencia son desaprobados – pueden ser menos propensos a desarrollar alergias a medida que crecen.
Así concluye un nuevo estudio de la Universidad de Otago en Dunedin, Nueva Zelanda, que debe a ser publicado en la edición de agosto de la revista Pediatrics.
El líder del estudio Bob Hancox, profesor asociado con intereses de investigación en la salud respiratoria, sugiere que al chuparse el dedo y morderse las uñas, probablemente, el niño queda expuesto a más microbios, que a su vez altera su función inmune y los hace menos propensos a desarrollar alergias.
Él y sus colegas utilizaron datos del Estudio de Dunedin multidisciplinario de larga duración, que ha seguido a 1.037 participantes, desde el nacimiento hasta la edad adulta durante más de 40 años.
Los padres de los participantes fueron encuestados acerca de la succión del pulgar de sus hijos y los hábitos de morderse las uñas a la edad de 5, 7, 9 y 11 años.
Los participantes se sometieron a pruebas de punción cutánea cuando tenían 13 y 32 años de edad. La prueba es positiva si la piel es sensible a al menos a un alergeno común.
Un resultado positivo indica que la persona está en mayor riesgo de desarrollar una alergia a la fuente del alergeno en particular, tales como gatos, perros, caballos, hierba, ácaros del polvo doméstico, hongos o polvos en suspensión en el aire.
Los resultados apoyan la hipótesis de la higiene
Los resultados a los 13 años mostraron que sólo el 38% de los participantes que habían chupado sus pulgares o punta de las uñas dieron positivo por al menos un alergeno, en comparación con el 49% que no presentó ninguno de los hábitos en la infancia.
Los resultados fueron aún más llamativos para los participantes que tenían, tanto aspirados sus pulgares y sus uñas mordidas en la infancia – sólo el 31% de los que dieron positivo en la punción de la piel.
Estos enlaces fueron aún evidentes a los 32 años y eran tan fuertes cuando los investigadores tomaron en cuenta factores que pueden influir en ellos, como el sexo, antecedentes de alergia en los padres, tener una mascota en la infancia, el hábito de fumar de los padres, y la lactancia materna.
Sin embargo, a pesar de estos hallazgos, los investigadores sugieren que los padres no animen activamente a sus hijos a chuparse el dedo o morderse las uñas. No está claro, dice el Prof. Hancox, si existe un verdadero beneficio para la salud.
Tal vez el mensaje es, si sus hijos tienden a morder las uñas o chuparse el pulgar, entonces no hay necesidad de llegar demasiado estresado al respecto.
«Los resultados apoyan la «hipótesis de la higiene», lo que sugiere que la exposición a los microbios de un niño reduce su riesgo de desarrollar alergias», comentó el Prof. Bob Hancox.
Los investigadores han señalado que, si bien el estudio encontró una relación entre estos hábitos de la infancia y una mayor probabilidad de reacción a alérgeno en la prueba de punción cutánea más tarde en la vida, no encontraron ningún vínculo con tales enfermedades alérgicas tales como asma y fiebre del heno.