Cuando la alimentación emocional ocurre con frecuencia o se convierte en la principal forma en que una persona maneja sus emociones, entonces su vida, salud, felicidad y peso pueden verse afectados negativamente.
Aburrimiento: aburrirse o no tener nada que hacer es un desencadenante emocional común. Muchas personas viven vidas muy estimulantes y activas, y cuando no tienen nada que hacer recurrirán a los alimentos para llenar ese vacío.
Hábitos: Estos a menudo son impulsados por la nostalgia o cosas que sucedieron en la infancia de una persona.
Fatiga: es más fácil comer en exceso o comer sin pensar cuando se está cansado, especialmente después de hacer una tarea desagradable. La comida puede parecer la respuesta a no querer hacer una actividad particular nunca más.
Influencias sociales: todos tienen ese amigo que les anima a comer una pizza después de una noche fuera, salir a cenar o tomar una copa después de un día difícil, o como recompensa por un buen día. Puede ser fácil comer en exceso cuando está con amigos o familiares.
El primer paso que una persona debe tomar para deshacerse de la alimentación emocional es reconocer los factores desencadenantes y las situaciones que se aplican en su vida.
El seguimiento de su comportamiento es otra forma en que alguien puede obtener una idea de sus hábitos alimenticios.
El comportamiento que registran puede incluir:
A continuación, es posible que deseen intercambiar ideas sobre formas de contrarrestar los factores desencadenantes que identifican. Por ejemplo:
Alguien que come cuando está aburrido puede encontrar un nuevo libro para comenzar a leer, o comenzar un nuevo pasatiempo que podría representar un desafío.
Alguien que coma a causa del estrés podría probar yoga, meditar o caminar para ayudarse a sí mismo a sobrellevar sus emociones.
Alguien que come cuando está deprimido puede querer llamar a un amigo, salir con su perro, correr o planificar una excursión para lidiar con sus sentimientos negativos.
También puede ser útil hablar con un terapeuta o un psicólogo para analizar otras formas de romper el ciclo de alimentación emocional.
Un nutricionista o un médico también pueden proporcionar una referencia a un experto o información adicional sobre la creación de hábitos alimenticios positivos y una mejor relación con los alimentos.
La alimentación emocional no es simplemente una cuestión de una persona que carece de autodisciplina o que necesita comer menos. Del mismo modo, las personas que comen para lidiar con el estrés no solo carecen de autocontrol.
Las causas son complejas y pueden involucrar algo de lo siguiente:
Desarrollo infantil
La alimentación emocional puede ser un comportamiento aprendido en la infancia que podría ser difícil de romper.
Para algunas personas, comer emocionalmente es un comportamiento aprendido. Durante la infancia, sus padres les dan golosinas para ayudarlos a lidiar con un día o situación difícil, o como recompensa por algo bueno.
Con el tiempo, el niño que busca una galleta después de obtener una mala calificación en una prueba puede convertirse en un adulto que agarra una caja de galletas después de un día difícil en el trabajo.
En un ejemplo como este, las raíces de la alimentación emocional son profundas, lo que puede hacer que el romper el hábito sea extremadamente desafiante.
Dificultad para manejar las emociones
Es común que las personas también tengan problemas y emociones difíciles o incómodas. Existe un instinto o necesidad de corregir o destruir rápidamente estos sentimientos negativos, lo que puede conducir a comportamientos poco saludables.
Y la alimentación emocional no solo está vinculada a las emociones negativas. Comer muchos dulces en una divertida fiesta de Halloween, o demasiado en Navidades son ejemplos de comer debido a la ocasión de vacaciones en sí.
Impacto físico del estrés
También hay algunas razones físicas por las cuales el estrés y las emociones fuertes pueden hacer que una persona coma en exceso:
Niveles altos de cortisol: Inicialmente, el estrés hace que el apetito disminuya para que el cuerpo pueda manejar la situación. Si el estrés no cede, se libera otra hormona llamada cortisol. El cortisol aumenta el apetito y puede causar que alguien coma en exceso.
Antojos: los niveles altos de cortisol del estrés pueden aumentar los antojos de alimentos azucarados o grasos. El estrés también se asocia con el aumento de las hormonas del hambre, que también pueden contribuir a los antojos de alimentos no saludables.
Sexo: algunas investigaciones muestran que las mujeres son más propensas a usar alimentos para lidiar con el estrés que los hombres, mientras que los hombres son más propensos que las mujeres a fumar o usar alcohol.
Es muy fácil confundir el hambre emocional con el hambre física. Pero hay características que los distinguen.
Reconocer estas sutiles diferencias es el primer paso para ayudar a detener los patrones emocionales de alimentación.
¿El hambre aparece de forma rápida o gradual?
El hambre emocional tiende a golpear rápidamente y de repente y se siente urgente. El hambre física generalmente no es tan urgente ni repentina a menos que haya pasado un tiempo desde que una persona comió.
¿Es un antojo de comida para un alimento específico?
El hambre emocional generalmente se asocia con antojos de comida chatarra o algo no saludable. Alguien que está físicamente hambriento a menudo comerá cualquier cosa, mientras que alguien con hambre emocional querrá algo específico, como papas fritas o una pizza.
¿Hay algo así como comer sin sentido?
Consumir sin pensar es cuando alguien come sin prestar atención o disfrutar de lo que está consumiendo.
Un ejemplo es comer un recipiente entero de helado mientras mira la televisión, ya que no tenía la intención de comer tanto. Este comportamiento generalmente ocurre con comer emocional, no comer a través del hambre.
¿El hambre viene del estómago o la cabeza?
El hambre emocional no se origina en el estómago, como un gruñido o un gruñido estomacal. El hambre emocional tiende a comenzar cuando una persona piensa en un antojo o quiere algo específico para comer.
¿Hay sentimientos de arrepentimiento o culpa después de comer emocionalmente?
Ceder a un antojo o comer debido al estrés puede causar sentimientos de arrepentimiento, vergüenza o culpa. Estas respuestas tienden a asociarse con el hambre emocional.
Por otro lado, satisfacer un hambre física es darle al cuerpo los nutrientes o calorías que necesita para funcionar y no está asociado con sentimientos negativos.
La alimentación emocional es una experiencia común y generalmente no está asociada con el hambre física. Algunas personas sucumben ocasionalmente, mientras que otros pueden ver que impacta en sus vidas y puede incluso amenazar su salud y bienestar mental.
Cualquier persona que experimente emociones negativas en torno a sus hábitos alimenticios debe concertar una visita con su médico para analizar sus problemas. También pueden consultar a un nutricionista registrado u otro terapeuta para ayudarlos a encontrar soluciones o mecanismos de adaptación.
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