Un nuevo estudio en ratones sugiere que puede ser posible detectar las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer a partir del olor de la orina. Aunque todavía hay mucho trabajo que hacer, los investigadores esperan que los hallazgos conduzcan a una prueba de orina no invasiva que constate la enfermedad cerebral destructiva antes de haber tenido tiempo para hacer mucho daño.
El equipo – incluyendo a los miembros del Monell Química Sense Center en Filadelfia, PA, y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) -, describe los hallazgos en la revista Scientific Reports.
Uno de los autores, el Dr. Bruce Kimball – ecólogo químico con el Centro Nacional de Vida Silvestre del USDA de Investigación (NWRC), y que tiene su sede en el Centro Monell – dice que, anterior a la nueva investigación, su trabajo se centró principalmente en los cambios en el olor del cuerpo, causados por factores que se originan fuera del cuerpo, como los virus y las vacunas. Señala:
«Ahora tenemos pruebas de que los aspectos de olores urinarios pueden ser alterados por los cambios en el cerebro, característicos de la enfermedad de Alzheimer. Este hallazgo también pueden tener implicaciones para otras enfermedades neurológicas.»
Aunque actualmente no hay tratamientos que puedan detener o revertir la progresión de la enfermedad de Alzheimer, un diagnóstico precoz y preciso, daría a los pacientes y sus familias tiempo para planear para el futuro y su tiempo a los médicos a encontrar un tratamiento que puediera aliviar los síntomas.
La enfermedad de Alzheimer afecta a alrededor de 5,1 millones de estadounidenses mayores de 65 años. No existe una prueba diagnóstica definitiva para esta forma más común de demencia, una característica de la que es un exceso de depósitos de placa amiloide en el cerebro.
Para su estudio, el equipo trabajó con ratones criados para desarrollar las placas amiloides en el cerebro, similares a las que aquejan a los seres humanos. Para criar a los ratones, los científicos insertaron genes humanos en sus genomas, y luego los activó con las drogas. Los genes portan mutaciones que hacen que las células del cerebro de los ratones produzcan demasiadas proteínas precursoras de amiloides.
El exceso de proteína precursora de amiloide, que forman placas, obstruyen el cerebro en los ratones modificados de una manera similar como se observa en los seres humanos con la enfermedad de Alzheimer. Los ratones desarrollan síntomas conductuales similares de deterioro mental. Estos tipos de ratones se les conoce como «modelos de proteína precursora de amiloide de ratones transgénicos», o «ratones APP.»
El equipo utilizó tres cepas diferentes de ratones APP. Usando análisis de comportamiento y químicos, encontraron que cada cepa de ratones APP tenía diferentes características de olor de la orina, que eran claramente diferentes de los de los ratones de control.
Las diferencias en el olor de la orina entre los ratones APP y de control, no se debieron a diferentes compuestos, sino a diferencias en las concentraciones de los mismos compuestos, lo que equivale decir que estas diferencias pueden considerarse como «firmas».
Las diferencias en el olor no varían mucho con la edad, y precedidas cantidades detectables de placa amiloide se acumulan en el cerebro de los ratones APP, dicen los investigadores. Ellos sugieren que esto significa que la firma de olor está ligada al gen subyacente, en vez de el progreso de los cambios en el cerebro.
El coautor Dr. Daniel Wesson, neurocientífico de la Escuela de Medicina en Cleveland – Universidad Case Western Reserve, OH, concluye:
«Aunque esta investigación se encuentra en etapa de prueba de concepto, la identificación de firmas distintivas de olor puede señalar, algún día, la manera de que los biomarcadores humanos puedan identificar la enfermedad de Alzheimer en sus etapas iniciales.»
Estos resultados son consonantes a otro estudio paralelo en ratones que Medical Press informó recientemente acerca de cómo la inflamación cerebral puede ofrecer pistas hacia un tratamiento potencial para la enfermedad de Alzheimer. Los investigadores sugieren que el bloqueo de una proteína que regula las células inmunes, puede ser una manera de detener la enfermedad del cerebro.
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