Madrid, 12 de septiembre de 2012 – Según el estudio “Enfermedad de Fabry. Perspectivas tras 5 años del estudio FOS, el 27,5% de las mujeres con enfermedad de Fabry ha tenido algún accidente cerebrovascular y ataques isquémicos transitorios (bloqueo del flujo de sangre por un breve período de tiempo en una parte del cerebro).
“Nuestro objetivo es insistir en la afectación orgánica de las mujeres que padecen esta patología, ya que no sólo son portadoras de la enfermedad, una idea tradicionalmente impuesta, si no que pueden presentar síntomas y signos como: dolor, hipotensión ortostática (caída de la presión arterial sanguínea que viene como resultado de haber estado de pie durante un tiempo prolongado), angioqueratomas y anormalidades oculares; y desarrollar daño en los órganos vitales, principalmente el corazón, el cerebro y los riñones”, explica la Dra. Torra. “Por ello se debe hacer un seguimiento de estas pacientes, valorar su afectación orgánica y, en los casos que esté indicado, establecer un tratamiento”, añade.
Tras el análisis de estos estudios se ha demostrado, que la actividad enzimática en sangre no siempre muestra si una mujer padece la enfermedad, porque en algunos casos la actividad de la enzima puede aparecer con rangos normales y la paciente, sin embargo, presentar manifestaciones clínicas de gran importancia. Por este motivo se deben considerar algoritmos diagnósticos específicos para mujeres, puesto que pueden pasar desapercibidas si sólo se considera la actividad enzimática como método de diagnóstico.
Concretamente, según el Registro Fabry®, un programa global, observacional y voluntario diseñado para la recogida de datos clínicos relacionados con el inicio, progreso y tratamiento de la enfermedad de Fabry y que cuenta con 1.077 mujeres inscritas, el 69,4% de estas mujeres presentan signos y síntomas de la enfermedad. De ellas, sólo un 7,6% fueron diagnosticadas antes del inicio de los síntomas y un 20% ya habían sufrido algún episodio cerebrovascular, cardíaco o renal con una edad media de 46 años.
Otro dato relevante es que, en el 34% de las mujeres se encontraron signos de miocardiopatía, de las cuales en un 50% no se habrían detectado por un ecocardiograma estándar ni por la evaluación de la hipertrofia del ventrículo izquierdo.
Por su parte, el estudio FOS (Fabry Outcome Survey), confirmó que la mayoría de las mujeres que son heterocigotas para la enfermedad causada por mutaciones en AGA (alpha-galactosidase A) presentan las características clínicas de la enfermedad de Fabry aunque de forma más leve y tardía que los varones. El estudio genético es la metodología diagnóstica de elección para mujeres con sospecha de padecer la enfermedad de Fabry.
En cuanto a tratamiento, la Terapia de Sustitución Enzimática (TSE) es la única terapia, disponible en la actualidad, que puede prevenir la progresión de la enfermedad. Los datos sugieren que la proporción de pacientes que experimentan ciertas manifestaciones relacionadas con la enfermedad se puede reducir mediante el tratamiento con TSE y que las respuestas generales de mujeres y varones al TSE son relativamente similares.
La monografía, que se distribuirá a lo largo del último trimestre del año y que ha sido elaborada con la colaboración de Shire, está dirigida principalmente a profesionales de Medicina Interna, de Medicina de Familia, Nefrología, Neurología y Cardiología de nuestro país que suelen tratar y diagnosticar a este tipo de pacientes. “Enfermedad de Fabry en Mujeres” ha nacido para sensibilizar sobre el hecho de que las mujeres son “pacientes” de Fabry y que importantes evidencias científicas, analizadas en la monografía, indican que la enfermedad de Fabry en mujeres es una patología con manifestaciones fenotípicas que ponen en riesgo la vida y/o la calidad de vida de estas pacientes, tradicionalmente conocidas como portadoras heterocigóticas de la patología.
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