Para las mujeres que están tratando de quedar embarazadas, el foco suele ser el sincronizar el acto sexual para que caiga durante la ventana óptima de la ovulación. Una nueva investigación sugiere que tener sexo – en cualquier momento durante el ciclo de una mujer – haz con que ocurran cambios en el sistema inmune que aumentan la probabilidad de concepción.
Esta es la conclusión de dos estudios publicados en las revistas: «Fertilidad y Esterilidad», y «Fisiología y Comportamiento», ambas dirigidas por Tierney Lorenz, del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana-IN-EE.UU..
Lorenz señala que las parejas que intentan concebir se les recomienda típicamente el tener relaciones sexuales regulares para aumentar las posibilidades de quedar embarazada, incluso durante «períodos no fértiles», pero no se entiende cómo funciona esto.
«Es una nueva respuesta a un viejo enigma: ¿Cómo el sexo que no sucede durante la ventana fértil todavía mejora la fertilidad?».
Para profundizar en este tema, Lorenz y sus colegas utilizaron información del estudio de las mujeres participantes en el Insituto Kinsey de la Mujer, Inmunidad y Salud, que acumula datos a través de los ciclos menstruales de 30 mujeres sanas – la mitad de ellas sexualmente activas y la otra mitad abstinente sexual.
En un artículo, el equipo describe cómo las mujeres sexualmente activas muestran más cambios en las células T cooperadoras, que gestionan la respuesta inmune del cuerpo mediante la activación de las células que derriban los microbios invasores del cuerpo.
En el segundo documento, presentan evidencia de diferencias en los niveles de anticuerpos entre los dos grupos de mujeres. Los anticuerpos, que son conocidos como inmunoglobulinas, desempeñan un papel fundamental en la destrucción de los invasores extraños al cuerpo.
Al explicar más, Lorenz dice:
«El cuerpo de la mujer necesita para navegar un dilema difícil. Con el fin de protegerse a sí mismo, el cuerpo necesita defenderse de los invasores extraños al cuerpo. Pero si se aplica esa lógica al esperma o a un embrión, entonces no puede ocurrir el embarazo. Los cambios en la inmunidad que la mujer experimenta pueden ser una respuesta a este problema «.
Los investigadores señalan que existen varios tipos de células T cooperadoras y de inmunoglobulinas. Mientras que las células T cooperadoras tipo 1 ayudan al cuerpo a defenderse de las amenazas externas, las células T cooperadoras tipo 2 ayudan al cuerpo a aceptar las condiciones del embarazo que el cuerpo normalmente interpreta como una amenaza – como el esperma o un embrión.
Además, los anticuerpos de inmunoglobulina A pueden obstaculizar el movimiento de esperma y otras características de la fertilización. Mientras tanto, los anticuerpos de inmunoglobulina G pueden combatir las enfermedades sin afectar al útero.
Los resultados de la investigación muestran que las mujeres sexualmente activas, no embarazadas tenían niveles significativamente más altos de células T cooperadoras tipo 2 durante la fase lútea del ciclo menstrual – cuando el revestimiento del útero se engrosa en previsión de embarazo.
El equipo también encontró que estas mismas mujeres sexualmente activas tenían mayores niveles de células T cooperadoras tipo 1 durante la fase folicular de su ciclo, cuando los folículos de los ovarios están madurando.
Lo que es más, las mujeres sexualmente activas muestran cambios similares en inmunoglobulinas; que tenían niveles más altos de inmunoglobulina G durante la fase lútea y mayores niveles de inmunoglobulina A durante la fase folicular.
En el grupo de las mujeres sexualmente abstinentes, ninguno de estos cambios de inmunidad estaban presentes.
Los investigadores dicen que sus estudios son los primeros en demostrar que la actividad sexual inicia los cambios en la regulación del sistema inmune en las mujeres sexualmente activas, en comparación con las mujeres sexualmente abstinentes.
«De hecho, estamos viendo que el sistema inmune responde a un comportamiento social: la actividad sexual», explica Lorenz. «Los sistemas inmunológicos de las mujeres sexualmente activas se preparan con antelación a la mera posibilidad de un embarazo.»
Estos hallazgos podrían potencialmente influir en las recomendaciones para las parejas tratando de quedarse embarazadas, en cuanto a la frecuencia con que deben tener relaciones sexuales.
Del mismo modo, el equipo explica que su investigación podría afectar el tratamiento para las personas con trastornos autoinmunes. Si la actividad sexual provoca fluctuaciones naturales en los análisis de sangre, podría ser útil para los médicos que tratan a estos pacientes.
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